sábado, 16 de noviembre de 2013

Vaga justificación.

Me he obligado a abrir otra página de estas en las que escribes y todo lo que dices se quda registrado y perdido por el mundo internáurtico. Todo esto tiene pros y contras. Me centraré únicamente en el punto positivo de que lo que escribo se quedará aquí grabado, y dentro de x años podré recuperarlo, o simplemente leerlo y avergonzarme de lo tonta que era, igual que hago hoy en referencia al momento presente. Si me he forzado a abrir otro blog es exclusivamente proque el anterior estaba ya anticuado y probablemente eso me condicionaría, al menos mínimamente, y en realidad, me apetece dejar atrás el pasado. He intendo hacer cosas nuevas, aunque asumo que serán igual que las antiguas. Todo esto es complicado. Por último, si me he obligado a mí misma a volver a escribir, es porque cuanto menos haces, menos quieres hacer. Y el hábito general de no hacer nada unido a una naturaleza ya de por sí tendiente a la apatía constante (ya sea por innatismo o por costumbre), llevan a un estado de aburrimiento tal que solo aumenta la incapacidad para llevar a cabo cualquier tipo de proposición personal. Últimamente a todo esto se une a su vez un estado de preocupación hacia las cosas, en tanto que lo que en un primer momento resulta interesante, cuando se lleva a cabo y se deja atrás se torna vacuo, simplista, y carente de significación. Y de este modo llegamos al punto central que da respuesta a todas las preguntas estúpidas que se pueden desprender de este rauto aparentemente adolescente. Si me he abierto un blog, si me obligo a escribir, si esto se desprende de que me obligo a hacer cosas en general, ello únicamente se debe a un intento desesperado de comprobar que si me propongo hacer cosas y consigo cumplirlas, estas puedan darle cierto sentido a la vida. ¿Y mientras? El tedio. Un tedio que aplasta y sobrecoge. Que te deja inactivo, no por tristeza, no por angustia. Sino por una neutralidad abismal. ¡Cuan feliz sería si pudiera intercambiar esta apatía por tristeza! Si en vez de quedarme horas mirando a ninguna parte pudiera llorar de desesperación. Que feliz sería si pudiera experimentar la más arrolladora de las tristezas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario